“Si no había publicación era muy posible que los detenidos terminaran muertos”

“Si no había publicación era muy posible que los detenidos terminaran muertos”

Por Emanuel Giménez

Periodista callejero, combatiente de la censura y la muerte. Osvaldo “el Negro” Ortiz falleció el 14 de agosto del 2021. En cada nuevo Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, su valentía como narrador de los tiempos de terrorismo de Estado en la región, se transforma en un homenaje al periodismo y un testimonio histórico que esta entrevista busca recuperar.

 

En su casa de Neuquén, hace algunos años me brindó su palabra en la calidez de su hogar

El «negro» Osvaldo Ortiz, corresponsal del Diario Río Negro en la ciudad de Neuquén Capital durante la dictadura cívica y militar de 1976 nos dejó un testimonio imborrable. Los miedos, la historia, los riesgos y la obligación periodística de contar la verdad ¿Cómo era ser periodista en aquella época?

 Osvaldo Ortiz:

Fue grave ya desde el 75`. Vos sabias que “te la podían sacudir de cualquier lado”, desde los gremios que tenían arsenales, de la Triple A, los militares y la policía, porque ya había sectores de la policía trabajando con la triple A y con el Ejército. Llegué desde Mendoza, a fines del 76, venía de trabajar de otro medio de allá. Cuando llegué acá me hicieron una oferta de La Mañana del Sur que no me interesaba, era de Luis Sapag, un medio muy explotador. En noviembre del 76′ me llaman del diario Río Negro y trabaje hasta el 83’, así que trabaje todo el proceso. De todos modos, estaba en la lista negra, los que hacían lo mismo que yo en Mendoza “fueron a parar todos en cana”. En ese momento hice policiales, “los diarios no mandaban este tema a política, lo mandaban a policiales, tenían miedo”.

“Cuando 10 líneas valían una vida”

“En aquellos años bravos te dejaban mensajes, venía un tipo con un cintex y te pegaba lo que estaba pasando debajo de los teléfonos públicos. Te llamaba al diario y te decía, por ejemplo, deje un mensaje abajo del teléfono de la galería, que estaba a una cuadra del diario, uno de los colegas se quedaba en la puerta del diario, otro en la puerta de la galería, y otro iba a buscar el papel. Porque teníamos miedo de que fueran en realidad los militares. Los mensajes decían, detuvieron a 5 personas en tal barrio, después íbamos al barrio a que la gente nos contara: vinieron 3 móviles, uno de la federal, otro del Ejército, se llevaron a 3 pibes de acá. ¡Esa era la diferencia entre estar vivo o muerto!”. Si no había publicación era muy posible que los detenidos terminaran muertos. Si salía la publicación era muy posible que al otro día los blanquearan, que al otro día dijeran (las fuerzas de seguridad), bueno agarramos a personas de tal grupo. Salía la publicación y sabías que los tipos iban a ir a juicio por lo menos.

¿Un balance de aquella época?

“Hablando del blanco de los militares, nosotros lo dividíamos en dos, los que estaban en la pesada y los que estaban en la acción política. Te aclaro que yo no soy peronista, soy un tipo de izquierda y aunque no esté identificado con ningún partido, soy hijo del P.C. (Partido Comunista). Un movimiento importante era la juventud peronista, movían los barrios más jodidos. Formaban cooperativas de trabajo y de compra, la comida la compraban colectivamente para todo el barrio. Un trabajo barrial y social inmenso con los curas del tercer mundo. Eran cuadras y cuadras de movilización, una cosa impresionante. Por eso fueron los primeros que “la ligaron”, eran los más peligrosos políticamente, los primeros desaparecidos eran trabajadores sociales de la Juventud Peronista.

Cuando yo vine acá, ya había pasado la primera época del proceso y dentro del diario nunca me pararon nada, sin embargo, sabíamos hasta dónde podíamos llegar, por nuestra propia vida. Si uno lee los diarios de aquella época, nosotros íbamos a las marchas de las diez madres de acá de la zona, éramos el único medio, íbamos en “bandada”, como los pájaros para escudarse de su depredador, porque no queríamos que identificaran a nadie individualmente. Sobre todo, cuando desaparecieron al gordo Esteban.”

Enrique “el gordo” Esteban, corresponsal de Clarín en Neuquén fue secuestrado en 1978, durante 2 meses sufrió los tormentos físicos y psicológicos, hasta que apareció vivo en la localidad de Tres Arroyos (Buenos Aires)

“Conozco a la perfección, pero de un raro modo, buscando no decir nada poder expresarlo todo” ( Jorge Marziali)

“Fuimos realmente especialistas en esa época, te decíamos todo sin decir nada, en una forma muy rara de escribir que nos costó años poder vencerla. Después me costó mucho poder decir las cosas de “derecho viejo”. Cuando yo llegué acá, el movimiento de las madres se fue volviendo cada vez más fuerte, eran 10 madres y las tropas custodiaban por todos lados, desde arriba de los edificios, increíble lo que generaban, claro, estaba Jaime De Nevares que tenía un peso muy importante.”

“Los medios se hacían los boludos, tenían miedo”

¿Y Clarín?

“Yo no los vi apoyando el golpe, pero si la redacción central tenía vínculos con la derecha peronista, como buenos desarrollistas, no directamente con los militares. Muchos periodistas no quisieron meterse por miedo, a los que los detuvieron tenían que mentir cuando comentaban como los trataban. ¡Esto era cadáveres todos los días!”

El doctor Julio Rajneri, director y dueño del diario Río Negro en aquellos años, ¿anécdotas?

“Cuando desapareció el gordo Esteban, tuvimos una fuerte discusión entre los colegas más cercanos, yo no quería dejar pasar de largo esto, no me lo iba a tragar. Decidimos formar una comisión lo más amplia posible, porque los progresistas éramos cinco (risas). A partir de ahí estuvimos mucho tiempo publicando, pidiendo por su aparición, Clarín en eso no nos falló. Así que logramos molestar con las notas de los dos diarios.” En ese ínterin, aparece el mayor Guiñazú, que se dedicaba a la prensa de la gobernación. Vamos a su despacho le dijimos:

– No no, yo voy a la agencia, porque ahí se juntan ustedes.

Como avisándonos que sabían dónde nos juntábamos. Nosotros en ese sentido sabíamos bien qué hacer. En eso aparece el secretario de redacción, un periodista no muy bueno, pero muy amigo de Rajneri. Se asustó un poco y le dijimos:

– Él es el mayor Guiñazú y estamos charlando unas cosas sobre la desaparición de Esteban.

El secretario no prestó demasiada atención y se fue. Más tarde nos llama la secretaria personal de Rajneri, y nos dice:

– “Mañana vengan a la redacción central (en General Roca) que el director los quiere ver”.

Llegamos a las 10 a.m. del otro día, esperamos un ratito asustados por un posible despido, “acá nos quedamos sin laburo” pensé. Entramos a su oficina, nos abrazó, nos felicitó y mandó saludos para todos porque estuvo en una reunión de ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas) y le dijeron allí que nunca había surgido un grupo de periodistas que se animen a defender a un compañero. Luego, pienso que, como un reproche para mí, me dijo “y se reúnen en mi agencia”, porque no le habíamos avisado. Un total apoyo, después por suerte apareció el “gordo” Esteban. Rajneri nos permitió cubrir todo lo que pasaba, aunque nunca nos los expreso directamente”.

“Rajneri fue el único liberal que conocí”

“Rajneri en lo político siempre fue liberal, pero además traducía las editoriales del Buenos Aires Herald, es decir las notas de Robert Cox. Eran editoriales cortas, pero letales. Era el único medio que le pegaba con todo, pero claro, estaba en inglés” (Robert Cox fue editor del medio dedicado a la comunidad británica argentina (Buenos Aires Herald). Se caracterizó por su crítica a la dictadura cívico- militar, ante amenazas debió abandonar el país en 1979).

“Él (Rajneri) apoyaba las políticas liberales, pero también quería libertad. Otra anécdota: Rajneri escribió una editorial que se tituló “Los buenos números de Octubre”, que destacaba la gestión económica que frenó la inflación. Luego yo escribí el mismo domingo una nota totalmente contraria, que hablaba de la caída del plan económico de Martínez de Hoz, “comenzaba la recesión al caer la primera parte del proceso”. Uno piensa cómo podés decir eso, bueno no lo decía yo, sino que era a través de productores locales y demás. Pensé que se iba a enojar, luego me dijo que en un tiempo íbamos a ver quién de los dos tenía razón. El doctor, como le decía yo, me dio la mano”.

Con la democracia, Julio Rajneri formó parte de la Comisión de Derechos Humanos de Río Negro, ¿Cómo fue su participación?

“Creo que Rajneri también hizo lo que debía, con el inicio de la democracia el diario había adquirido cierta fama y eso hizo que lo invitaran a formar parte de la comisión, pero no creo que fuera uno de los más convencidos, como Jaime de Nevares. Yo creo que no se le podía pedir más”.

“Mi obligación siempre fue periodística”

“Una vez Noemí Labrune me dijo una cosa, porque es cierto, soy un tipo que no va a todos los actos, voy cada tanto, me dijo “se me pierde Ortiz”. Le conteste que la verdad que sí, ando en otras cosas, “pero sabe una cosa, si pasara lo mismo estoy segura que se me perderían muchos y usted vendría”

Noemí Labrune

“Cada uno debía hacer lo que debía hacer, los militantes cumplir su objetivo, los periodistas el nuestro. El miedo a unos no los dejaba, a otros sí. A veces el medio no te dejaba. Los periodistas no teníamos que salir con el fusil a la calle, tampoco ir a las marchas, teníamos que cubrir la marchas, esa es nuestra obligación periodística.”

Fuentes:

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