Gata Cattana: un ícono de la cultura popular. La inmortalidad de Eterna
Por Silvina Ojeda (@ojos.de.ojeda)
Cuatro días antes de partir, Ana Isabel García Llorente, conocida en el mundo del rap como Gata Cattana, hizo una última visita a la farmacia de su pueblo, Adamuz, en Córdoba, España. Iba de la mano de su madre. Se subió a la balanza y su madre, con esa mezcla de preocupación y ternura que solo una madre puede ofrecer, le dijo: «Ay, qué delgada estás, hija. Ahora mismo te preparo una buena sopa de garbanzos». Ana, que había pasado por un par de gastroenteritis recientes, apenas tenía fuerzas y había perdido peso. Sonriente, le respondió: «Que sí, mamá, te lo prometo: voy a comer más». Era finales de febrero de 2017, y Ana había regresado de Madrid a Adamuz para presentar su primer libro de poemas, La escala de Mohs. Durante aquella visita, entre conversaciones cotidianas, comentó casi al pasar: «Cuando me muera quiero donar mis órganos. Así puedo ayudar a otra persona. Sería una gran satisfacción». Sin saberlo, esa fue su última y generosa voluntad. El 2 de marzo de 2017, a sus 25 años, Gata Cattana dejó este mundo, y con su partida comenzó la leyenda. Su corazón, lleno de coraje, sigue latiendo en otra persona, mientras su legado se expande como un ejército imparable, dejando huella en grafitis que claman su filosofía: “No reconozco autoridad más que mi cuerpo”
En Adamuz, un pequeño pueblo de unos 4.500 habitantes en Sierra Morena, vive principalmente del cultivo de olivos y el turismo rural emergente. A solo 30 minutos en coche de Córdoba, es también el lugar donde creció una chica de ojos enigmáticos que la hicieron merecedora del apodo de Gata. Con la sabiduría del campo y los libros como sus mejores amigos, Ana Isabel fue moldeando su carácter inquieto.
Adamuz, tiene dos enormes murales dan la bienvenida al visitante. De unos 20 metros de largo por 10 de alto, cada uno rinde homenaje a la rapera. En ellos, imágenes de Gata y consignas de sus letras: “Yo solo me debo a mis quimeras”
En su adolescencia, comenzó a actuar en las fiestas del pueblo, mostrando una buena voz aflamencada. En su casa, leía tanto “Los cinco” como a Nietzsche, Simone de Beauvoir, o “El árbol de la ciencia”, de Pío Baroja. En el documental Eterna, dirigido por Juanma Sayalonga y David Sainz, una de sus profesoras cuenta: «Era una niña adelantada a su tiempo. Hablaba con 15 años de violencia de género cuando ninguna otra lo hacía». Escuchaba la amplia colección de discos de su padre: Triana, Pink Floyd, Aretha Franklin… Con la adolescencia, sus gustos se afilaron: Extremoduro, Ska-P, Mägo de Oz, y una recopilación de hip hop español que la impactó, donde se incluían a Violadores del Verso, La Excepción o Nach. También formó parte de una banda, Aquí Pongo La Era, de corte flamenco pop, donde ya rapeaba en algunas piezas. El disco de este grupo con amigos del pueblo, Vive el momento, contiene las primeras grabaciones de Gata Cattana.
A los 18 años, se trasladó a Granada para estudiar Ciencias Políticas, donde desarrolló su conciencia social y entró en contacto con los ambientes hiphoperos. Allí conoció a Carlos Esteso, quien sería su DJ. «Era especial porque en el mundo del rap en esa época, 2010, había pocas chicas y los chicos tenían ese discurso tan trillado de egotrip. Ella trataba temas feministas, sociales, políticos, filosóficos», apunta Esteso. Desde entonces, no se separarían: él proponía las músicas y ella las letras. Sayalonga, uno de los directores de Eterna, recuerda: «Me hablaba de cosas que no entendía. De historia política, de comercio internacional… Era una rapera atípica, única, una persona culta que le gustaba estar en su mundo, pero también tenía su vida social». Cattana comenzó a publicar sus primeras canciones y a presentarlas en conciertos. Su puesta en escena era una declaración de intenciones: no necesitaba adornar con aspavientos sus canciones. «No era panfletaria. Escribía con sutileza y elegancia. Era una gran comunicadora», añade Sayalonga. Su imagen resultaba chocante: sin tatuajes, a veces con colitas y gafas de estudiante, parecía llegar al escenario directamente de la biblioteca. «Su mensaje atrapaba a la gente: insistía en que el individuo estuviera despierto, que pensase por sí mismo; hablaba con respeto y tolerancia a quien lo merecía. Y ha abierto puertas a mucha gente. Que haya sido una mujer lo hace aún más importante”.
Gata trabajaba con materiales potentes y un discurso reflexivo y erudito. Citaba en sus textos a pensadoras del socialismo y el feminismo como Rosa Luxemburgo, Clara Campoamor o Silvia Federici. Mencionaba a Sócrates, Cicerón, Prometeo, Ícaro, Sísifo, Eurídice… Mitos y filosofías clásicas para explicar la actualidad. También a Cervantes, Neruda, Baroja, Celaya… Cuando lo consideraba necesario, no dudaba en ponerse brava. Su rap, culturalista y de protesta, lleno de referencias, hermoso y rabioso, asumía el mundo destartalado que heredamos con la intención de arreglarlo. ¿Cómo? Tratando de llegar a la gente joven y burlando al sistema con erudición. «Desde que Prometeo les mostró el truco del fuego, sometieron nuestro ego desde Atenas a Estambul. / Tú y cuántos como tú contra estas dos titánides. / Corre ve y dile a aquel que no vamos a ser tan dóciles», canta en su himno feminista Lisístrata.
En el documental Eterna, aparece Silvia Federici donde hace referencia a Cattana, habla de ser y reconocerse como individuo propio, con autonomía, para despertar a otras y otros, Cattana lo hacia, genuinamente, a veces explosiva, como la canción: “Mami, que yo no soy mala, que aquí los malos son ellos. Tú sabes que no me callo, me miran la cara y se tiran al cuello. Mami, que voy pa’ la mani, que a lo mejor ya no vuelvo, porque ahora soy terrorista si estoy sentadita gritando en el suelo (…)”, cuando llamaba a su madre le contaba que ella salía a manifestar por los derechos de las mujeres, también se animó a decir que el sistema capitalista fragmentaba a las propias mujeres con sus luchas, que nos convertíamos en lo que tanto nos oprimen. Cattana, era vanguardista, pudo ver antes la cultura popular en una España donde la mostraban y muestran una Europa como el primer mundo, dio sus primeros shows, en casas okupadas, se mudó a un barrio obrero de Madrid, donde nacieron canciones de Bansai.
Gata Cattana, fallece un año antes que se largue su primer disco, una premonición de que la muerte le rondaba cerca, si escuchamos sus canciones, ella había decidido un tiempo dedicarse a la música, a su padre le había confesado que una vez terminado su carrera se iba a dedicar a escribir, era una de las mejores poetas, se presentó a slams de Madrid, donde dejaba a cada uno atónito:
No aman de igual forma los ricos y los pobres
Los pobres aman con las manos
Los pobres aman en la carne y con gula, en las peores estampas
En condiciones famélicas y con todo en su contra
Los pobres aman sin bonitos decorados
Entienden de lunes y de tedios domingueros y de gastos imprevistos
De facturas y de angustias que embisten, mes a mes, a quemarropa
El amor de los pobres no sale por la ventana
Aunque el dinero entre por la puerta
Que nunca entra
Aunque no haya ventanas
Los pobres han aprendido
A amarse a oscuras por eso mismo
Han aprendido a amarse malalimentados, malvestidos, malqueridos
Porque el hambre agudiza el ingenio
Y en sus jardines también crecen las flores
Aunque no haya jardines
Los pobres han aprendido a aprovechar los vis a vis, entre jornada y jornada de trabajo
Aunque no haya trabajo
Y saben darse placeres nunca tasados de valor incalculable
Y han aprendido a disfrutar las circunstancias y la sopa de sobre
El viejo colchón y la cuesta de enero
Y parece que su amor se yergue indestructible a pesar de
A pesar de las miles de plagas, de los sueños frustrados y fracasos andantes
De las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras
Más valiente que Heracles, más Odiseo que Odiseo
Y parece que su amor se extiende y se multiplica
Al ritmo que se multiplican los pobres
Al ritmo que se multiplican los infortunios
Y los desastres naturales que golpean siempre en las casas de los pobres
Y ese amor está a la altura de Urano
A la altura de Urano y de Gea juntos
Y es la única arma que tienen los pobres para defenderse
Por eso han aprendido a cultivar flores y a cantar bien sus penas
Y han inventado las mejores obras y los mejores instrumentos
Por eso entienden de arte y saben encontrarlo donde lo haya
Aunque no lo haya, que siempre lo hay
Y han aprendido a aprovechar el carisma y la jerga
Y a escribir poemas inmortales sobre amores complicados
Y saben de cosquillas, y saben de boleros
Y saben de desnudos y de darlo todo, que no es más que lo puesto
Las manos y la lengua, la forma de otear al horizonte
Y los cánticos en contra del patrón
Yo siempre he amado de esta manera
Yo te amo como aman los pobres, y me temo
Que durante mucho, mucho tiempo
Esto seguirá siendo así…
Podés ver el documental Eterna acá: https://www.youtube.com/watch?v=FQ2uDN2cGgo