EL BRUTALISMO COMUNICATIVO DE MILEI
Pasaron los primeros cien días del gobierno de la Libertad Avanza, y hubo mucho análisis, comparaciones, conjeturas. Acá te traemos una síntesis del análisis de Mario Riorda que consideramos que nos aporta mucho para pensar más allá de lo obvio. Riorda es un académico, docente, politólogo e investigador argentino. Se desempeña como asesor y consultor comunicacional político, orientando estrategias electorales, de comunicación gubernamental y comunicación de crisis para gobiernos y partidos políticos en Argentina y en otros países de América Latina.
Lo primero, la definición de BRUTALISMO: Corriente de grandes proyectos arquitectónicos de la posguerra, vinculados a la idea de RECONSTRUCCIÓN. Edificios o construcciones que dan que hablar y gritan con agresividad su idea de grandeza. De ahí que, Riorda decide titular así lo que construye agresivamente el relato mileista: El brutalismo comunicativo.
Riorda señala 5 principios del brutalismo comunicativo de Milei:
1- ELECTORALIZACIÓN TOTAL DE SU COMUNICACIÓN GUBERNAMENTAL
Pasado el momento de cualquier elección, la comunicación debe dejar atrás la idea de promesa para convertirse en respuesta y, en consecuencia, en legitimidad del rumbo.
Al igual que Donald Trump, al estar totalmente electorizada la comunicación, ésta se vuelve una representación como acto de fidelidad partidaria o fidelidad hacia sus votantes (lo escuchábamos en la apertura de sesiones legislativas sosteniendo exactamente el mismo discurso que durante la campaña; es decir, para la gilada).
Son gobiernos capaces de negar a minorías, de herirlas cotidianamente si eso significa la felicitación o regocijo de su votante más fiel. (Por ejemplo, haber apagado las luces del monumento de Evita en el edificio de desarrollo social, o los retweets en contra del gobernador de Chubut asemejándolo a una persona con síndrome de down)
2- DESPRECIO ESTATAL TOTAL
Desde su autodefinición como anarcocapitalista, considera al Estado como enemigo, como una asociación criminal. Propone un sistema “justo y moralmente superior” sin explicitar mucho cuál sería ese sistema, sólo sostiene que dentro de cierta cantidad de años nos pareceremos a países europeos o EEUU.
En definitiva, lo que se expresa es la batalla cultural del individualismo más extremo contra cualquier forma de colectivismo. Incluso cuando habla de cambio cultural, más que reafirmar una propia visión de mundo, se define por oposición identitaria a otras premisas (nunca queda del todo claro cuál es el cambio cultural que se promueve). Inclusive el principio o idea de LIBERTAD está tan usada que en definitiva ha ido perdiendo sentido.
3- INCIVILIDAD Y DESCORTESÍA
INCIVILIDAD: consiste en el uso de insultos basados en sentimientos antidemocráticos, clasistas, misóginos.
DESCORTESÍA: es un estilo en el tono de la comunicación (burlas, vulgaridades, obscenidades, etc)
Las dos se conjugan en la comunicación gubernamental dando lugar a discursos de odio que buscan aplastar los disensos, reducir la otredad a nada, hostigarla y finalmente negarla.
No importa expresar argumentos que superen los de lxs otrxs que piensan diferente, el objetivo es humillar, ridiculizar, generar vergüenza pública
4- EL SHOCK EN TODO
Se intenta captar la agenda política y mediática sin gradualismos, es “a todo o nada”. Desde la idea de “animarse a lo que nadie más se animó”, extreman el decisionismo y avanzan disociados.
En este caso, la disociación no es utilizada como “mecanismo de defensa” sino que se lleva a un grado tal que deshumaniza a la población, minimiza las posibles consecuencias de las decisiones y puede derivar incluso en sensación de omnipotencia.
5- HIPER PERSONALISMO DESMEDIDO
La centralidad está puesta en el presidente como protagonista del acto comunicacional. El motivo que convoca –que podría ser una política pública, un anuncio o una decisión– pasa a segundo plano, se convierte en excusa para que el presidente se muestre y transmita su mensaje político. La centralidad de la imagen, el discurso y los atributos del gobernante en la comunicación son totales.
Milei ve (lo que otros no ven). Milei doma (con sus argumentos). Milei es sexy. Y cuando no, desde el misticismo e interreligiosidad, Milei profetiza o llora. Milei es pureza (el castiga a los impuros). Él avasalla si es que hace falta avasallar. Milei amenaza si hace falta. Milei es mundial. Milei es una divinidad en la tierra. Milei no se equivoca (y si lo hace dirá que no era su culpa). Milei no falla (siempre hay un plan detrás).
Estos cinco elementos han demostrado cierta efectividad hasta aquí, tanto en el plano electoral (Milei se convirtió en presidente sin estructura territorial propia, diciendo exactamente lo que iba a hacer); como en el plano de gobierno (según las encuestas sostiene aún un margen de imágen positiva, a pesar de lo regresivo de las medidas). Aun así, es importante identificar cuál podría ser un límite a tal efectividad.
Para ello, es preciso retomar palabras y el análisis propios del presidente:
Tweet de MILEI DEL 16/2 “DESARMANDO EL GRAMSCI CULTURAL”
Gramsci señalaba que para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación. Argentina es un gran ejemplo de ello. Cuando uno expone la hipocresía de cualquier vaca sagrada de los progres bienpensantes – le llama vaca sagrada a los supuestos privilegios que brinda la política – les detona la cabeza e inmediatamente acuden a todo tipo de respuestas emocionales y acusaciones falsas y disparatadas con el objetivo de defender a capa y espada sus privilegios.
(…) “lo más maravilloso de la batalla cultural llevada a la política versada sobre el principio de revelación es que cuando uno señala las vacas sagradas del edificio de Gramsci, automáticamente genera una línea de separación entre los que viven de los privilegios del Estado y las personas de bien.”
En este tweet podemos ver una lectura errónea o bastante acotada del pensamiento gramsciano. En primer lugar, Gramsci presenta en toda su obra, una valoración de la política y de la praxis política (entendiendo a la praxis como articulación entre teoría y práctica). De ninguna manera podría dividirse el conflicto de clases entre quienes “viven de los privilegios del Estado” y “las personas de bien”.
También es imprecisa la idea de batalla cultural, que en el pensamiento de Gramsci tenía que ver más con generar visiones de mundo contrahegemónicas al capitalismo (el enfoque en lo colectivo sobre el individualismo, la solidaridad como valor, entre otros elementos) más que con la lucha por los propios privilegios.
Por último, Gramsci no deja de ser un marxista con una concepción materialista de lo social. De ninguna manera, por más efectivos que sean o han sido sus estrategias discursivas, digitales, etc. podrá sostener el consenso de los diferentes sectores de la sociedad argentina si no promueve el acceso a un mínimo de condiciones materiales de vida de la población y garantiza (hacia los sectores dominantes), las condiciones de acumulación de capital.