Infancias. Angustia y enojo en las nuevas subjetividades infantiles. Apuntes de orientación
Por Melina Hoyos
Leemos permanentemente que aumenta la consulta psicológica para nuestras infancias. ¿Los motivos? Se observan enojadas, agresivas, desmotivadas y angustiadas. En los adultos crece la demanda porque tenemos un porcentaje de adultos, padres o no, que presentan cansancio como motivo de consulta recurrente. Es una demanda característica de esta época, que hace pensar a múltiples investigadores que la depresión en los próximos años tendrá una tasa alta de incidencia como enfermedad de cabecera en la subjetividad de forma global. Dato no menor, ya que, si se convirtiera en una epidemia global, tenemos datos para comprender que su causa, también se debería a un fenómeno global, dejando por fuera algunos datos de tinte cultural, que tanto aportan a la singularidad social e interculturalidad.
¿Tienen estos dos elementos, la consulta en infancias y la consulta en adultos, alguna característica en común? Si, la desconexión. Si, una paradoja si pensamos en términos de la expansión de la “comunicación” digital, pero, jamás se pensó ni se hablo de los efectos secundarios de su uso.
Con adultos cansados, no hay juego, sin juego, las infancias quedan relegadas a los márgenes de la realidad cruda, es decir, se quedan sin fantasía, sin distancia con la angustia que avasalla nuestra humanidad como característica esencial. Sin narrativa, ¿cómo seguimos creando-nos?
¿Por qué digo en los márgenes de la realidad cruda? Porque son las historias que construye el entorno, los padres, madres, tíos, abuelos, hermanos, maestros, profesores, médicos, lo que le da sentido a la vida y a la existencia de las infancias; cuando somos adultos tomamos esta historia que nos fue contada y elegimos transformarla o sucumbir a ella, pero en la infancia estamos a merced de lo que nos cuentan de nosotros mismos. Somos eso que se (nos) es contado.
¿Dónde podemos identificarlo? En las frases: “es igual al tío, se parece a la abuela, tiene el carácter del padre, tiene las formas de la madre, etc.;
Entonces, retomo. ¿Qué tienen en común los nuevos síntomas infantiles y los síntomas adultos? Que nos quedamos sin historias. Lo que antes era cenar en conjunto, leer cuentos antes de irse a dormir, jugar a la escondida, a la mancha, a las bombitas, etc, hoy se traduce en niños con uso constante de pantallas, ya sea celular, juegos en línea, o televisor, y adultos cansados que han perdido, y esto es a modo social, la capacidad de pater/maternalizar a los niños y niñas bajo su cuidado. Esto quiere decir que, en la vida, no alcanza con la necesidad; no alcanza que haya comida, abrigo, techo y educación; esto es elemental; sino que, en la vida, además, necesitamos de la magia, de los cuentos, de la fantasía, de la esperanza.
Si no tenemos cuentos y fantasías que ayuden a las infancias a incorporar la realidad de forma saludable y acorde a su edad, el resultado son infancias DESORIENTADAS, que encuentran en el enojo y la angustia, algún modo de tramitar aquello que los adultos no hemos podido hacer. Si no damos nosotros y nosotras las herramientas, las infancias van a crear lo que puedan.
En cuanto a los adultos, tenemos que poner en tela de juicio el uso de elementos tecnológicos, de un modo serio en cuanto a nuestra salud subjetiva, mental y orgánica (cerebral), ya que, su uso, implica un gasto de energía “invisible”; es decir, creemos que “no estamos haciendo nada”; no, no estamos entrenando para correr una maratón, pero estamos sometiendo a nuestro cerebro a muchas horas de estímulos de alta velocidad, color y emoción, que nuestro cerebro procesa muy bien, dado que es un órgano de alto rendimiento. Pero, con un gasto energético real.
Y como tal, necesita cuidados, ya que es gracias a el que podemos establecer diferentes niveles de comunicación, generar empatía, resiliencia, comprensión de nosotros mismos, ejecución de tareas, supervivencia, etc. Pero es claro que no está preparado aun para los desafíos que la alta exposición tecnológica tiene hoy.
¿Cómo podemos ayudar a nuestras infancias hoy? Jugando, leyendo, pintando, modelando elementos (masa de sal, arcilla, etc.) CON ellos. Hablarles, mirarlos, transmitirles que ocupan un lugar especial en los adultos que los rodean.
Esto transmite un lugar seguro en la infancia a la cual recurrir para preguntar ¿Quién soy, de donde vengo, en qué me ves feliz?
Dejar que las infancias tomen decisiones es un paso frente al ejercicio parental desmedido, sin embargo, no convirtamos a las infancias en déspotas enojadas haciéndoles creer que en ellos están todas las preguntas y las respuestas. Volvamos a encuadrar, preguntar, ayudar y orientar. Desde el afecto y la bondad, creamos nuevas historias.
Pelicula recomendada: “Close” (2022) Belgica.
Enlace: (24) close ( completa, castellano) – YouTube
Sinopsis: Léo y Rémi, ambos de 13 años, son amigos cercanos y se conocen de toda la vida. Sus historias dan un giro hasta que un suceso impensable los separa. Léo se acerca entonces a Sophie, la madre de Rémi, para tratar de entender.